Viaje con nosotros 
Nuria Prieto, con Omar Curros 
Madrid, 2016

¿Por qué tenemos una mente si no es para hacer lo que nos dé la gana?
Fíodor Dostoievski

Quizás haya llegado el momento de admitir lo que la filosofía de la disciplina arquitectónica perfila con línea clara desde hace unos años. Los espacios se han convertido en lugares sin identidad, especialmente aquéllos en los que la interculturalidad y la globalización se hacen patentes. Aeropuertos, estaciones, hospitales, aquellas tipologías en las que cualquier ser humano ha de percibir un cierto sentimiento doméstico. Esta excesiva homogeinización del paradigma del espacio ausente de identidad, resulta a veces de una neutralidad anacrónica o simplemente descontextualizada. La estación de Metro del barrio de Chueca en Madrid, es un caso de estudio que plantea este problema.

La identidad latente del barrio se desborda demandando una puerta de acceso igualmente representativa de sus valores y su vida. Es un punto más de una red mayor, pero al mismo tiempo una singularidad dentro de la misma. La estación de metro busca mostrar su identidad, pero no de una forma meramente estética, sino con una base consolidad en la vida del propio barrio: sus gentes, sus fiestas, sus comercios, su vida.

Sección del acceso

Tomamos de vosotros lo que necesitamos y os tiramos a la cara lo que no necesitamos. Piedra a piedra, desmontaremos la Alhambra, el Kremlin y el Louvre, y los construiremos de nuevo en las riberas del Hudson”
Benjamin de Casseres, Mirrors of New York

La solución a esta búsqueda de identidad no se resuelve como describia Benjamin de Casseres en Mirrors of New York en un collage de iconos inconexos, sino en la búsqueda de una raíz generadora de un lenguaje que se materialice a través de iconos tejidos entre sí. Si Venecia para Nietzsche estaba constituida por cien profundas soledades, Chueca lo está por un millón de colores que definen alegría, intensidad y diversidad.

Planta superior
Sección longitudinal

La pieza preexistente de Antonio Palacios era una magnífica lección de arquitectura de la que se extraen conclusiones para este proyecto: ligereza en la cubrición del acceso, iluminación natural, organicidad vegetal y limpieza/depuración figurativa.

Iluminación y distribución
Pavimentos y acabados

El Mago de Oz resulta ser una película profundamente analizada desde la lente de la diversidad, llegando a convertirse en un icono en sí de determinados movimientos de lucha por las libertades individuales. En la manifestación de esta rebelión en favor de la libertad son muchos los elementos icónicos que se toman de forma figurativa, pero en realidad se apoyan en un porqué común. Aprovechando esa rica base de muchas lecturas, desde el punto de vista social, esta película permite aplicar una análisis espacial al proyecto acoplando muchas de sus escenas a la génesis organizativa de la propuesta. El filme narra en sí un recorrido que termina con el acceso a un mundo diferente al conocido, la ciudad esmeralda. A lo largo de este recorrido se produce una interactuación de los personajes que se apoyan entre sí, desde el optimismo manifiesto de que en sus diferencias y su diversidad está su empresa común. Por ello de esta idea se toman algunos elementos de manera icónica y otros de forma estrictamente ideológica.

The Wizard of Oz. Victor Fleming, 1939