Ensayo sin conclusión sobre el hábitat humano
Artículo para la plataforma Clínica de casas, a iniciativa de la ETSAC, que abre el debate sobre la arquitectura en el contexto de la pandemia.

“La vida es una enfermedad terminal de transmisión sexual”1

Contexto: Una escena, una sonrisa y el matiz
Los paseos nocturnos parecen estar construidos de recuerdos y sensaciones. El lugar, el recorrido forman parte de una narrativa flotante y biográfica: un travelling de Fellini, con Giulietta Messina y su expresión de dolor contenida mientras la gente a su lado parece divertirse. Ella camina, y su rostro refleja un pensamiento que se confirma con una sonrisa final a la cámara. Grave, dulce, conmovedora. Apenas un detalle insignificante y natural, que despierta al espectador frente a la realidad de su propia consciencia. La condensación de la narrativa en una única escena final, en la que la realidad detenida de Cabiria se contrapone a la realidad viva de su entorno, al igual que la realidad detenida de los últimos meses vuelve su mirada hacia la vida de tiempos anteriores. Es quizás una nostalgia paradójica sustentada en la óptica romántica de un vacío irreal. Análisis, pausa, reflexión, autocrítica, voluntad, crisis, agobio, son palabras que se precipitan ante la mirada de estos tiempos extraños, de esta paradoja contemporánea que es la inverosimilitud convertida en tangibilidad. Quizás sólo acabe añadir una frase incomprensible pero de profundidad conceptual cercana: “Gondolero, llévame a Nápoles”2.

El viaje en góndola de la Venecia onírica a la Nápoles doméstica, vital y visceral, se acompaña de un debate denso para la arquitectura, la disciplina que nace como una extensión más del ser humano respondiendo a su necesidad de cobijo. Y sin embargo, un debate tan manoseado y rancio como aburrido. Un ruido de fondo cuya base de argumentación es demasiado antigua, revisionista, en lugar de nombrar lo esencial y comprobar que esto aún sigue siendo contemporáneo. Quizás no es el momento de ese tipo de debate basado en la divulgación de las vergüenzas ajenas, la autocrítica pomposa o las miradas de moral conveniente. Quizás es el momento de las palabras que construyen la realidad y de la colectivización del pensamiento estructurado en favor de los conceptos más sencillos de la disciplina. Antes de iniciar ese viaje en góndola, es necesario leer las palabras de Mimmo Ripetto, para tomar una cierta distancia:

“Todo lo que no soporto tiene un nombre. […] No soporto a los tímidos, los logorreicos, los falsos misteriosos, los torpes, los blandengues, los caprichosos, los complacientes, los locos, los genios, los héroes, los seguros de sí mismos, los callados, los valientes, los meditabundos, los presuntuosos, los maleducados, los meditabundos, los presuntuosos, los maleducados, los concienzudos, los imprevisibles, los comprensibles, los atentos, los humildes, los expertos, los apasionados, los ampulosos, los eternamente sorprendidos, los equitativos, los indecisos, los herméticos, los chistosos […] No soporto la nostalgia, la normalidad, la maldad, la imperiosidad, la bulimia, la amabilidad, la melancolía, la congoja, la inteligencia y la estupidez, la altanería, la resignación […] No soporto nada ni nadie. Ni siquiera a mi mismo. Sobretodo a mí mismo. Sólo soporto una cosa. El matiz”.3

No es el desprejuicio, no se trata de la mirada libre de ideas preconcebidas, sino de un centrifugado del pensamiento, que permita ver lo que queda. La realidad no está libre de prejuicios, sino sobrecargada de ideas, argumentos, conclusiones, palabras, conceptos, sensaciones y tantas otras cosas que permiten una fluidez orgánica de la relación del individuo en su constructo social y el escenario que habita. La mirada libre ya no es suficiente, porque la realidad es cada vez más compleja y acelerada, su ritmo no es el del desprejuicio, sino el de la fluidez de la modernidad líquida.4 La arquitectura como disciplina clásica, entiéndase clásica por su omnipresencia desde el origen de un ser humano en busca de cobijo, no es autista del pulso humano, no puede serlo, es una extensión de éste. Por ello la necesidad de adaptar las palabras al ritmo de este ser humano de la sociedad líquida de mentalidad normativa, que sostiene la intensidad sobre el cambio y no sobre la permanencia. Es un juego de adaptación o una fase más del progreso, una realidad que lleva dentro de sí al ser humano.

La instantánea invariante de las últimas semanas, permite experimentar la paradoja de ese inverosímil tangible a través de la arquitectura al igual que podría hacerse desde otras ópticas. Sin embargo existe aquí el matiz. La arquitectura es la extensión natural del ser humano en su instinto vital, le acompaña desde que buscaba un lugar donde los depredadores no le causasen daño hasta la actualidad en la que se detiene frente a la sección de sofás de Ikea porque el modelo Klippan parece ligeramente más mullido que el Knopparp. Se asocia al instinto vital, y se enriquece con el avance de la cultura, el contexto y la tecnología. Pero es en esencia la respuesta a una suma de necesidades que corta transversalmente todas las formas de vida del individuo: nómada, sedentaria, anacoreta, en comunidad…y sus matices. La naturalidad de este proceso creativo arquitectónico radica en la relación indisoluble con la condición humana y sus necesidades. Incluso la impersonalidad, la ausencia de identidad o cualquiera de los procesos seriados que se puedan plantear en términos de diseño responden a una idea humana razonada. El matiz en este punto de contraste es paralelo al uso del adjetivo sublime,5 y es que el ser humano recuerda y reacciona a lo que siente y no a lo que entiende. Y el valor de la memoria y la reacción emocional son una necesidad contemporánea que parece sepultada bajo la losa de la economía del fraude inocente.6

Las últimas semanas han sido un laboratorio real, lejos de técnicas de sampleado de modernos, de teorías y debates que nunca terminan. El matiz mostró otros discursos: el espacio público sin público, la vivienda que es colegio, y oficina, y gimnasio, y sala de reuniones, y cine, y hospital y…la calle que sucede unos metros más arriba en las fachadas porque ya no hay gente en las aceras, los escenarios de la cultura y el deporte vacíos, el silencio en la calle y el ruido en las casas, mientras la naturaleza sigue su ciclo. En este “Ensayo sobre la neumonía”7, la existencia precede a la esencia. Y la arquitectura que es existencia, muestra su esencia centrifugando en el reflejo de esta modernidad líquida y puede, utilizando la memoria y la emoción plantear el matiz. De nuevo, el rostro de Giulietta Messina y su sonrisa.

Sobre la arquitectura como herramienta: hábitat, crisis, utopia y análisis
Hay muchas palabras sobre arquitectura, sobre urbanismo, sobre diseño, y más aún cuando estas se cruzan como en un laboratorio con otras para generar transversalidades interesantes y maravillosas en ocasiones, y en otras meras pruebas de texto dramático, ciencia ficción para amantes de la serie B o necesidad de atención. Se propone aquí un juego sin pretensiones de teorizar, porque como decía TS Eliot “Para teorizar se requiere una inmensa ingenuidad; para no teorizar hace falta una inmensa honestidad”.

En un dibujo arquitectónico de las últimas semanas hay dos elementos principales: la ciudad y la vivienda. Con un contexto instantáneo inédito (pandemia) y una escala nunca vista (global). El contexto ha obligado al confinamiento de los seres humanos en su vivienda, a limitar su movilidad en el exterior a la esencial, desencadenando subcontextos y escenas nuevas. Una nueva redefinición del hábitat, una de tantas a lo largo de la historia y es que ahora, con esta sociedad líquida, los límites del hábitat son cada vez más laxos, y su forma más atomizada. Ese lugar que el ser humano reconoce como escenario común de su vida tiene una formalización extraña hoy en comparación con apenas unas décadas atrás, ahora tiene un carácter mutable en el espacio, una capacidad de deconstruirse y rehacerse, no está definido por unas coordenadas estrictas, no es coincidente ya con la palabra hogar. Es el hábitat de un nómada conceptual. Un escalón más en la sección del valle de Patrick Geddes8, Los patrones tradicionales que determinaban una comprensión intuitiva de este concepto se han visto sustituidos por los autoelegidos, sean estos cuales sean.

Se suele decir que la forma de avanzar en arquitectura se realiza por crisis o por utopía, es decir, cuando el resultado del análisis tiene por conclusión errores a subsanar (plan de reforma interior) o un nuevo modelo al que aspirar (plan general). Lo mismo sucede en el ámbito de la definición de un edificio: reforma u obra nueva. Y aunque parezca una obviedad es el punto de inflexión entre el análisis crítico y la acción efectiva, por lo tanto su ligereza aparente esconde una determinación movida por razonamientos, pero también por emociones. Una decisión perfectamente razonada que tan sólo un atisbo de recuerdo puede derribar con una fuerza imprevista como resume Milan Kundera en la última línea de Los Testamentos Traicionados: Pienso en el viejo peral que permanecerá delante de la ventana mientras viva el hijo del campesino.

Es curioso que sea común hablar de los recuerdos que habitan en la memoria como expresión. Hábitat y memoria son conceptos unidos que se trasladan al análisis arquitectónico mediante una descomposición sencilla en capas: estructura (tectónica, construcción y estabilidad estrictas), morfología (forma resultante del uso, la historia, la naturaleza o proyectos previos), funcionalidad (afectaciones de flujos, optimización e idoneidad con respecto al uso) y estética (percepción, experiencia, reflexión y juicio desde un punto de vista general o filosófico).

Al desmontar cualquier composición arquitectónica a través de los conceptos anteriores, el discurso analítico aparece de forma natural, es retórico. Se constituye como una descripción precisa previa a la decisión de intervención. Pero esconde un truco, se trata de un análisis de mirada estática que puede llevar a una conclusión estéril, para ello conviene entender éste como un proceso temporal no lineal, es decir, compuesto de saltos temporales con voluntad analítica, no narrativa. Una perspectiva de ópticas variables con las que trabajar. La situación de confinamiento además permite un análisis más limpio en el que las afectaciones de otras disciplinas se ven minimizadas.

“Un buen observador descubre siempre un matiz de súplica en la mirada de quien haya teminado una empresa o una obra, o simplemente, se dedique a una actividad cualquiera. La enfermedad es universal”.9

A través del dibujo y las herramientas disponibles, de una manera muy sencilla y simplificada, se puede realizar un somero análisis sobre cualquier área de estudio arquitectónica10. Todo es comparable11, con sensatez. Y de una forma muy rápida, se obtiene un retrato que muestra el informe de daños, los rasgos y las expresiones de un fragmento de ciudad que podrá ser sometido a todo tipo de experimentos teóricos hasta dar con la decisión adecuada, porque en ocasiones esta es la de no hacer nada. La mirada sobre el plano es el matiz que acompañan a las decisiones de un lado a otro, como en el Cielo sobre Berlín12, cuando un ángel le dice al otro: Una mujer ha cerrado el paraguas bajo la lluvia y ha dejado que la lluvia la empapara.

Un trocito de ciudad: La luna, de acuerdo
Volviendo la mirada sobre la ciudad, como escenario de la vida humana y hábitat común, esta construcción, como asentamiento nace como respuesta a las necesidades humanas, pero también en base a los beneficios de la comunidad como módulo constitutivo que proporciona, seguridad, alimento y cobijo. Buscando el trazado de un dibujo con las herramientas sencillas antes descritas, se puede jugar a analizar un trocito de este hábitat, comparando su realidad con la irrealidad derivada del confinamiento.

Tomando como ejemplo la Plaza de Lugo, por lo que tiene de intensidad latente con respecto a la escala vital de la ciudad, puede dar comienzo el juego a través del dibujo. Estructuralmente, el área de estudio es completamente plana y está definida por un vacío que se compone de una plaza dura, un edificio de equipamiento comercial con aparcamiento subterráneo y una fachada continua que la cierra en su perímetro. Todos los volúmenes son de carácter rígido, y todos los planos prácticamente lisos salvo por la curvatura de la cubierta del mercado. En términos funcionales, el área de estudio definida incorpora viviendas en su perímetro con bajos de uso comercial, un espacio público y un edificio comercial con aparcamiento anexo, todo el perímetro de la plaza salvo uno de sus lados mayores está limitado por calles con trafico. A nivel morfológico, la plaza deriva de un plan de ensanche, que incorpora un mercado público, previamente este espacio habría estado ocupado por huertas y ante de ello por las rampas de los baluartes de la muralla. Esto explica su formulación en retícula de módulo repetido, así como la presencia de tráfico y de un equipamiento comercial con espacio público anexo. La adición de un aparcamiento subterráneo modifica morfológicamente el lugar, pero no altera su percepción desde el exterior. La estética de la plaza es la de una materialidad muy dura, sólo aliviada por la presencia de algunas fachadas modernistas o regionalistas que además le imprimen identidad. La pieza del mercado sustituye a otra construcción anterior diferente en lenguaje, pero similar conceptualmente: un mercado de tipología cerrada.

La instantánea producida por el confinamiento, deja la visión de un espacio duro y limpio, que carente de uso es carente de función más allá de un vacío urbano. Además, la presencia del mercado, un edificio hueco si no se utiliza públicamente, parece ser sobrante ya que limita las vistas sobre algunas de las fachadas más reseñables del perímetro. Se trataría por tanto de un espacio cuya condición estructural resulta inalterable por su rigidez, derivado de una morfología resultante de la deriva histórica que se ha ido renovando estéticamente conforme a criterios contemporáneos transversales que incluyen otras disciplinas como la economía. Su función, es un aspecto más complejo: un lugar ambivalente que se sobrecarga de uso público cuando abre el comercio, pero presenta un espacio público escaso en proporción a su escala que la convierte en un mero lugar de paso cuando este comercio cierra. Una circunstancia derivada de un malentendido morfológico en el planteamiento del espacio público y semipúblico que representa la plaza del mercado. El vaciado perenne provocado por el confinamiento, es provocado no sólo por la ausencia de este espacio como espacio público, sino que consecuencia de esa falta ortográfica en la escala que lo despoja de identidad propia. La pieza del mercado en sí, en su posición heredada es el catalizador de la plaza, pero su opacidad en planta baja bloquea las diagonales, rompiendo la percepción de conjunto. Al ausentarse el uso, y con esta configuración se la despoja de la capa estética y la morfológica quedando únicamente una estructura sólida, casi esculpida y sin vida. Una sensación de vacío distópico que produce sensaciones similares a las del escenario cinematográfico de La invasión de los ultracuerpos13 o La amenaza de Andrómeda14.

Con esta visión crítica somera, se puede establecer un proyecto que resuelva la falibilidad de ese lugar o quizás otro que proponga un modelo nuevo. La mejora del lugar se llena de cuestiones ¿debería abrirse el mercado siguiendo un modelo más orgánico como el de Balaró en Palermo o el de Florencia que se llena de cultura y música durante la noche? ¿Debería esta pieza tener otra escala, y conformar el espacio comercial de otro modo? ¿Debería ser un espacio más blando a pesar de su condición urbana como el Bryant Park de Manhattan cuyo uso cambia cada día? Se abren preguntas con muchas posibles respuestas. Pero es de nuevo la visión la que tomará la eventual decisión de intervención: La luna de acuerdo. Lo que no aguanto son esas columnas clásicas.15

La casa: Behind the picture window16
El cobijo como necesidad esencial del ser humano, era un aspecto casi olvidado en términos literales. Ya no hay peligros que puedan acechar gravemente, a lo largo de los siglos se ha estructurado la construcción del hábitat lejos de depredadores peligrosos, gases tóxicos, temperaturas extremas…o se ha buscado una adaptación al medio utilizando la tecnología que proporciona la inteligencia y como consecuencia el lenguaje17. Pero entonces apareció una amenaza olvidada, y la esencia de lo que somos volvió su mirada sobre la necesidad de cobijo y una nueva redefinición del hábitat. El hábitat se amputó físicamente, pero se condensó conceptualmente, trasladando toda aquella actividad, percepción y emoción al espacio de la casa. La casa y su escenario: soledad, compañía, lujo, pobreza, luminosidad, oscuridad, silencio, ruido, privacidad, libertad, amplitud, agobio…sustantivos ambivalentes y de definición subjetiva porque no siempre el silencio es carente de melodía o el lujo representado exclusivamente en una sonrisa de serenidad.

Sí, la casa se ha sometido tantas veces a análisis, se ha normativizado, experimentado, sistematizado, etiquetado, que resulta casi imposible hablar de ella sin repetir discursos escuchados. Por eso, es necesaria la distancia prudente del criterio aprendido y a lectura obsesiva, que de ello también se puede enfermar como Don Quijote. Las herramientas del análisis, es decir, la lectura en clave estructural, morfológica, funcional y estética, es posible sobre aquello tangible, pero no es posible pulsar la tendencia de ello sobre la casa, porque ésta está sometida a la emoción de su habitante…porque no es un casa, es un hábitat: otro matiz.

“La casa debe de tener una forma que no te llegue del todo, que vayas descubriendo al moverte en el espacio”.18

El ser humano contemporáneo, ese individuo habitante de la modernidad líquida. Una definición cuya etiqueta es la mutabilidad de la etiqueta o la ignorancia deliberada de la misma. De actitud ambivalente, ausente en el compromiso mutuo, ciudadano de la virtualización y nómada de mentalidad normativa con énfasis en el cambio. Un comportamiento que la ciudad postmoderna del manhattanismo comenzaba a vislumbrar a través de la flexibilización y el collage como estrategias morfológicas frente a los proyectos adaptativos o posthigienistas. Pero está sobrepasado, algunas viviendas contemporáneas no son hábitats, son posthumanas:

”Estamos programados para pensar que cualquier próxima arquitectura sólo puede ser la solución a un problema […] los edificios aquí no son para humanos sino para cosas y máquinas. Miles de años de historia arquitectónica y cultural son descartadas. Debates, predicciones, ideologías ignoradas, literalmente. Es post-humano. No ha habido una arquitectura de este vigor en los últimos 100 años. Está basada estrictamente en códigos, algoritmos, tecnologías, ingeniería y función, no hay intención. Su aburrimiento es hipnótico, su banalidad corta la respiración.”19

Y entonces llegó una situación propia de un cuento de Bradbury, no sólo en situación, si no también en contexto, ese de una sociedad de consumo anestesiante y opresora, que ya describía Bernard Rudofsky cuando describía cómo era la vivienda de la sociedad americana, ”Rudofsky intentó introducir fragmentos de modos alternativos de vida, no como formas auténticas de habitar, sino como componentes de nuevos instrumentos mediante los cuales el recluso contemporáneo pudiera trazar líneas de fuga de los dictados militares y comerciales”.20 El individuo recluido en un hábitat condensado dentro de su vivienda que ahora podía mutar o superponer cualquiera de las funciones que antes realizaba otro lugar: colisión.

Estructura constante, morfología acelerada, función variable y estética, a veces sin comentarios, como resultado de un espacio sometido a estrés y que achaca, por constituirse como extensión del propio ser humano, un estado de ansiedad tangible. La casa como espacio contenedor de un individuo de comportamiento líquido para el que quizás es más esencial la conexión wifi que tener una cocina dentro de su hábitat. Es una comparativa sensacionalista, pero de tal visceralidad que asusta pensar que pueda ser real. ¿Estamos estresando a la vivienda o es la configuración de la vivienda la que alimenta esta situación? ¿Cómo es ahora la domesticidad y el papel de la mujer bajo un patriarcado opresivo pero previsiblemente desactivable? ¿el excesivo corsé normativo a veces pensado sin pensar sirve de algo en el interior de la vivienda? ¿en qué proyecto actual un arquitecto ha podido cumplir la normativa de habitabilidad, el código técnico y los deseos del cliente (incluyendo el presupuesto) de manera simultánea sin la más mínima trampa?

Entonces, tras el centrifugado, la pregunta que se desprende es aquella de Are we human?21 la respuesta es: pues claro que sí. Porque intentemos o no mantener firmeza en el pensamiento racional, el olor a café recién hecho, una mesa llena de gente a la que puedes llamar familia, abrazarse en la cama y pasar sólo 5 minutitos más hasta que suene la quinta alarma del despertador, el abuelo que se ha vuelto a quedar dormido en la butaca después de comer, juguetes por el suelo, el golpe contra una pata de una mesa en el dedo meñique del pie descalzo o esa planta que por más que la cuides se te termina muriendo, son escenas que transmiten emoción y sólo suceden en casa. Y esas sí son invariantes, y no el número de habitaciones o las dimensiones de una cocina. Somos pintorescos, no cuadriculados.

Un contraste ruidoso frente a la rigidez normativa y económica de los grandes promotores: ausencia de diálogo social y de sensatez dialogante. Pero no es algo novedoso: ”En la práctica cotidiana, los factores económicos dominantes, nuestras costumbres y, cada vez en mayor medida, las modas actuales determinan automáticamente la naturaleza de la casa. Las desviaciones de la norma aceptada se ven como una etiqueta o, peor aún, como un acto antisocial.”22 Pero el confinamiento ha desviado mucho esa norma aceptada, las ventanas se han abierto, las fisicas y las virtuales. El espacio semiprivado o semipúblico, cuando antes era estrictamente privado es una muestra de la ambivalencia contemporánea. El ser humano es social, necesita expresarse culturalmente y es capaz de transformar su hábitat como sea para que así sea.

Y en medio de esta intensidad sobre la vivienda, todos los aspectos que se eliminaron en la ciudad, se cargan sobre ella: economía, política, sociología, sanidad….se condensan en la transversalidad interna de un espacio arquitectónico. Las emociones se intensifican si la expresión se limita, y en pleno avance de derechos y libertades para a mujer frente al patriarcado, la vivienda es un territorio de amplio análisis, porque ya no más, nunca más debe entenderse a la mujer como un ser de segunda con un hábitat reducido a la vivienda, y quizás esta situación pueda corroborar y argumentar más profundamente una tesis tangible y es la futurible destrucción de un patriarcado opresor. El espacio físico y social debe de absorber esta conquista de derechos humanos. En otra lectura, la herencia viva de lo que somos, los mayores se encuentra en una posición de extrema fragilidad frente a la pandemia, al igual que enfermos cuyo sistema inmunológico no les puede proteger adecuadamente, la vivienda se ha convertido en su hospital particular, centro de cuidados y respuesta a las necesidades especiales, pero no únicamente eso, sino que se ha creado una estructura solidara dentro de los edificios, en la que se ha olvidado un poco el pensamiento utilitario económico, en favor de una realidad humana: la persona. A diferencia de otros países, la condición cultural de los países del sur de Europa muestra una reverencia educada frente a su herencia vital: ”cuando emprendas tu viaje a Ítaca // pide que el camino sea largo // lleno de aventuras, lleno de experiencias”23, los mayores, que nos cuidaron, que intentaron prevenirnos de los errores a veces sin éxito, que te deslizaban la propina con el clásico ”no se lo digas a tus padres”. Quizás son sólo dos ejemplos, dos escenas de un costumbrismo contemporáneo, tan real como que está grabado y compartido en el recuerdo colectivo, por atomizada que se encuentre la sociedad.

El hábitat lo soporta todo, como lo hace el ser humano, porque es una extensión de sí mismo. Cuando este muere tan sólo queda una estructura hueca, y es que ”Probablemente deberemos ampliar el concepto de realidad al terreno físicamente volátil de la memoria.”24. Por eso cuidar el hábitat en todos sus planos: cultural, identitario, físico, psicológico, social…es una responsabilidad tan humana como alimentarse o ser educado.

Sólo es un truco, sí, sólo un truco: el matiz25
Debajo de un pensamiento se esconde otro, la razón y la emoción. No son antagónicos si no que sensatamente dialogados, se convierten en ese matiz que permite soñar con los pies en la tierra: equilibrio. ”Fingir un ambiente, sacarlo de la realidad para llevarlo lejos, al plano de la memoria, es un gran problema. En este plano, la metáfora, tan adorada por los arquitectos, se presenta como una profunda estupidez y solo sirve la resistencia del material, su triste y perfumado recuerdo.”26. El matiz no está lejos, está en la naturaleza humana y su comportamiento orgánico.

La norma, tanto la escrita como la derivada de la presión especuladora, generan tensiones con las necesidades humanas, y con el diálogo sobre la sensatez en el hábitat. La flexbilización en base a la traslación de la confianza desde el plano de la economía hacia el de la solidaridad social, parece un punto de inflexión inminente que se acaba de comprobar y argumentar durante el confinamiento. La confianza no debería estar asociada a factores abstractos como la prima de riesgo o la deuda, sino a algo más humano, como las estructuras sociales y la comunidad. Y desde ese punto de inflexión, el latido generará una onda expansiva que articularía una nueva forma de hacer arquitectura, más flexible, menos normativa: basada en el ser humano y no en la economía. No se trata de obviar la economía en favor de la sociedad (es un constructo esencial), sino de colocar cada cosa en el lugar que le corresponde, lugares con argumentos sólidos tras el confinamiento.

“Todo este país es muy triste; en el que yo viví antaño era menos triste. Al atardecer hilaba sentada bajo mi ventana. La ventana daba al mar y a veces había una isla a lo lejos… Muchas veces no hilaba; miraba al mar y me olvidaba de vivir. No sé si era feliz. Ya no volveré a ser aquello que quizá nunca he sido” 27

No está claro, si a la generación actual le está permitido soñar con el futuro o añorar un pasado poético que nunca vivió. Es este un presente fluido, en el que la incertidumbre es lo común y la estabilidad la excepción. El sueño de la definición de un hábitat, una casa, es algo difuso de visualizar, incluso la propia ciudad del futuro parece imprevisible, mutante…modernamente fluida. No hay proyecto de futuro sin adaptación a la realidad, por ello la flexibilidad es necesaria, y el cuestionamiento de la rigidez normativa en favor de la sensatez y la naturalidad: el matiz. La arquitectura liquida, aquella que sea adaptable, mutable, humana, que recupere con un salto temporal, si es necesario, los matices de su esencia original: el cobijo y ser extensión del propio ser humano. Entretanto, mientras se diseña ese hábitat, ese nuevo apartamento para el ser humano, la escena actual, la de este instante transcurre en otro apartamento: Corta y da cartas. Fin.28

Notas
1. John Cleese, en una entrevista concedida a la BBC en 2019
2. Franco Califano, citado en Todos Tienen Razón de Paolo Sorrentino. Sorrentino, Paolo (2011) Todos tienen razón, Barcelona Ed: Anagrama. Trad. Xavier González Rovira
3. Prólogo de Todos tienen razón. La enumeración de las cosas que Mimmo Ripetto odia, llenan hasta cinco páginas, en las que se incluyen las acciones, los adjetivos y las sensaciones en las que se podría incluir casi cualquier ser humano. Sorrentino, Paolo (2011) Todos tienen razón, Barcelona Ed: Anagrama. Trad. Xavier González Rovira
4. Término acuñado por el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman. Se ttrata de una continuación de la modernidad de forma caótica, en la que los cambios son muy rápidos, el nomadismo ha vuelto a ser una práctica común y más rasgos que la convierten en fluída. Bauman sostiene que la sociedad actual presenta estas caracterísitcas, buscando definir un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo”, donde el espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a “la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía”. Respecto al impacto en el ser humano Bauman decía: “Hoy la mayor preocupación de nuestra vida social e individual es cómo prevenir que las cosas se queden fijas, que sean tan sólidas que no puedan cambiar en el futuro. No creemos que haya soluciones definitivas y no sólo eso: no nos gustan. Por ejemplo: la crisis que tienen muchos hombres al cumplir 40 años. Les paraliza el miedo de que las cosas ya no sean como antes. Y lo que más miedo les causa es tener una identidad aferrada a ellos. Un traje que no te puedes quitar. Estamos acostumbrados a un tiempo veloz, seguros de que las cosas no van a durar mucho, de que van a aparecer nuevas oportunidades que van a devaluar las existentes.”
5.’Lo sublime’: ese terror sosegado inducido por la contemplación del gran tamaño, la extremada antigüedad y el desmoronamiento. Edmund Burke, 1957
6. La economía del fraude inocente es un término acuñado por el economista Kenneth Galbraith, y qque da título a su libro publicado en 2004. En él define el contexto de la economía contemporánea de la que dice que “el desmigajamiento general coincide con una concentración máxima del capital a nivel mundial por encima de las estructuras anteriores del Estado nación visible”, además de plantear nuevas definiciones y relaciones entre política, sociedad y economía.
7 Juego de palabras tomado del libro “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago en que la población se va volviendo ciega por contagio. Una extraña enfermedad que transforma la estructura social, que aisla a los contagiados, que jerarquiza de nuevo a los habitantes, y que plantea el debate sobre la necesidad de la norma. “Me ven luego soy. Si no me ven no existo” y la forma de ver, como la forma de pensar la sociedad.
8 La sección del valle Patrick Geddes. Geddes, Patrick (1915) Cities in Evolution. Open Library Internet Archive, ID: OL7136247M
9 Ciroan, Emil (1964)La Chute dans le temps, Paris: éditions Gallimard.
10 Terminología de análisis definida por Aldo Rossi en sus manuales de urbanismo.
11 Título de una publicación de Óscar Tusquets Blanca, en la que se propone la comparación de aspectos u objetos aparentemente imposibles, y que, con el adecuado discurso, permiten extraer conclusiones interesantes. Tusquets, Óscar (2006) Todo es comparable, Barcelona Ed: Anagrama.
12 Wenders, Wim (1987) Der Himmel über Berlin. El Cielo sobre Berlín. Prod.Anatole Dauman, Wim Wenders.
13 Crichton, Michael (1971) La amenaza de Andrómeda. The Andromeda Strain, prod: Robert wise, basado en la novela homónima.
14Kauffman, Philip (1978) La invasión de los ultacuerpos. The invasion of the bodysnatchers, prod: Robert H Solo
15 Yorgos Seferis, 1954. Seferis, Yorgos (1954) Exi nyxtes stin Akropoli. Trad. (1991) Seis Noches en la Acrópolis. Madrid: Modadori
16 Título de la publicación de Bernard Rudofsky en clave crítica sobre el modelo de vivienda americana, publicado en 1955 y comprendido a nivel crítico como el prólogo a Architecture without architects.
17 Basado en los textos de Jose Antonio Marina, filósofo y pedagogo español. Todos ellos disponibles en su web antoniomarina.net
18 Manolo Gallego (7 dic 2016) en una entrevista concedida a Descubrir el arte. Disponible online en descubrirelarte.es
19”We are programmed to think that any next architecture can only be the outcome of a struggle. [?] the buildings here are not for humans but for things and machines, Thousands of years of architectural and cultural history are ditched. Debates, predictions, ideologies ignored, literally. It is post-human. There has been no Architecture of a similar vigor in the last 100 years. It is based strictly in codes, algorithms, technologies, engineering, and performance, not intention. Its boredom is hypnotic, its banality breathtaking,’’ Rem Koolhaas. AMO, Koolhaas, Rem (2020) Countryside. A report. New York: Guggenheim de, Taschen
20 Felicity D Scott (2014) Instrumentos para vivir. Bernard Rudofsky. Granada: Centro José Guerrero
21 Are we Human? Es el título de una publicación de Beatriz Colomina con Mark Wigley, en que se reflexiona sobre el diseño contemporáneo y la naturaleza humana de éste. Coloomina, Beatriz. Wigley, Mark (2016) New York: Lars Müller
22 Centro José Guerrero (2014) Bernard Rudofsky. Granada: Centro José Guerrero
23Kavafis, Constantin (1999) Viaje a Ítaca. Antología poética. Trad. Y edición Pedro Bádenas de la Peña. Madrid:Alianza editorial
24 Kantor, Tadeusz (1984) Wielopole, Wielopole, Wydawn, Cracovia. Wielopole, wielopole (2012) El Teatro de la muerte y otros ensayos, 1944-1986. Barcela: Alba
25 Referencia al monólogo final de Jep Gambardella en La Gran Belleza. Sorrentino, Paolo (2014) La Gran Belleza
26 Radic, Smiljan (2018) Cada tanto aparece un perro que habla y otros ensayos. Barcelona: Puente Editores
27 Fernando Pessoa, Pessoa, Fernando (1913) O Marinheiro. El marinero: drama estático en un cuadro (1988); seguido de En la floresta del enajenamiento. Pre-textos, valencia.
28 Diálogo de la escena final de la película El Apartamento (Billy Wilder, 1960) entre Jack Lemmon y Shirley McLaine.